En
el siglo de lo trucho, de lo fácil, de lo cómodo e instantáneo, se
reconoce un hombre verdadero, en aquel capaz de lidiar con sus verdades,
por crudas, duras, penosas o vergonzantes que sean.
El
que es capaz de reconocerlas, siendo honesto consigo mismo y con sus
próximos, es el que tiene el temple para avanzar a pesar de los miguelitos que la vida se empeña en sembrar por el camino del ser humano, cada día.
Los
desengaños que otros nos provocan, no hacen más que convalidar el
rechazo que sentimos por nuestros propios defectos y miserias, en fin,
por nosotros mismos.
Esos rasgos de nuestro ser
que escondemos de nuestra mirada, y nos auto convencemos de que somos
los mejores, aunque andemos por la vida irreconciliados con nuestro
hombre interior. Ese ser que somos cuando nos quedamos solos. Todo eso
nos pasa por huir de la verdad, de la luz que puede iluminarnos para
librarnos de nuestros males y guiarnos a la verdadera libertad.
Tanto
nos escondemos de ella, que luego tampoco podemos ser francos con los
demás, y así andamos por la vida, mintiendo para huir de las mentiras.
Llegamos a ser como la ratita en su ruedita, en una carrera sin rumbo y
sin fin… O más bien, se termina sólo cuando por fin nos enfrentamos al
final de esta etapa de la vida terrena, para pasar a la otra, donde la
luz del Dios vivo, ya no nos permitirá ocultarnos más de nuestra propia
verdad. Ésa, esa con la cual nunca habíamos querido amigarnos.
R.F.
18-06-2014
"In the shadow of your wings I find protection until the raging storms are over. Psalm 57:61 I hope you find consolation and strength in the source of our life, who wants you to be safe and happy for now and for the eternal times. May Jesus Christ bless you today and always!
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