Cathartic Writings

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viernes, 9 de octubre de 2015

Me juego!




En estos días no logro sacar de mi mente los últimos acontecimientos. Grandes giras internacionales con el jefe de una de las más grandes religiones en el mundo, el Papa Francisco, y la gente que lo sigue como si fuera Dios mismo. Al mismo tiempo por otra parte, mueren cientos de personas intentando huir de la despiadada guerra, para encontrar más tratos inhumanos en los lugares donde llegan buscando refugio. ¡Cuánta contradicción!

Paz, seguridad. Tolerancia étnica y religiosa. “Ismos” y “gías”: religiones, organizaciones humanas que pretenden acercar al ser humano, entre unos y otros y a Dios. Ecumenismo, globalismo, ecología y mucho más. Pero dice la palabra de Dios: “cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán”. 1 Tesalonicenses 5:3. Estamos en los últimos tiempos del mundo tal como lo conocemos. Están pasando cosas que llevan la aguja del reloj de Dios, a un tiempo crucial para toda la humanidad.

¿Qué actitud o fuerza humana nos dará paz verdadera? ¿Se puede tener paz sin saber qué nos espera del otro lado del umbral de la tumba fría?

¿Puedo tener paz “aceptando” formas de pensamiento y religiones, aun cuando internamente SÉ y he comprobado en mi vida, que LA ÚNICA PAZ, LA ÚNICA SALVACIÓN, está en  JESUCRISTO? Yo no, no puedo, porque Cristo me enseña que no es así. Como nunca antes hoy cobró sentido para mí, éste fragmento de palabras de Jesús, el Señor me lo mostró y dice:

No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa.
El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará.

Esto quiere decir que por mi fe en Cristo debo definirme, jugarme, debo arriesgarme a perder las buenas relaciones con las personas que más amo, familiares, parientes, amigos íntimos, etc., con tal de avisarles que sólo en Jesucristo hay paz y salvación. El llamado a tomar la cruz y seguirle, significa que debo negarme a mí mismo y mis intereses, porque si de verdad creo en Él, llegará el momento en que reconocerlo en público, pondrá en riesgo mis relaciones interpersonales, y quizá también mi misma vida.

Jesucristo mismo nos dice en S. Juan 14:6 “YO soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie viene al Padre, SINO POR MI”. Sin embargo el ser humano, con sus miles de religiones, se ha inventado otros caminos, supuestos atajos, que lo único que hacen es alejarnos cada día más de la salvación que Dios Padre proveyó para la humanidad: solamente EN Cristo.

Lo dice también el Dr. Lucas en Hechos 4:12
“ …En ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.”

No sirve rezarles a otras personas que ya están en el cielo, para que intercedan por nosotros, por más buenos o santos que hayan sido. La única oración que salva es la tuya directamente a Papá Dios en el nombre de Jesús, porque así Él determinó que fuera. No lo inventamos los protestantes, lo enseñó el mismo Jesucristo mientras anduvo por la tierra. Nadie más puede conseguirte una entrevista con el padre, sólo Cristo, quien al mismo tiempo es Dios, Él es uno mismo con el Padre y el Espíritu Santo.

Jesús, es el que te amó tanto que vino a pasar una vida entera en este mundo corrupto, y terminó sus días sufriendo la más horrenda muerte pública que podía haber existido, SÓLO POR AMOR, amor a todos los que vivían en ese tiempo y en todos los tiempos, por amor a mí y a vos.

Si Él ha entregado toda una vida para salvarnos, ¿por qué cuesta tanto creer que Él es suficiente y que te escucha sin intermediarios? ¿Qué podrías perder intentándolo?
Si pensás que otros que están en la eternidad pueden escucharte y llevar tus oraciones a Dios, lo cual Jesús mismo invalidó, ¿por qué no creés que Jesús mismo te escucha? Él prometió que estaría en el cielo, vivo y esperando que le busques a Él.
Si ni siquiera le molestaba recibir a los niños, cosa que muchos grandes personajes no hacen, ¿qué te hace pensar que no te va a recibir a vos?
 Tal vez calmes tu consciencia pensando que hacés muchas cosas buenas por otras personas, que estás yendo a tu iglesia y siempre estás haciendo buenas obras, pero permitime decirte que no hay NADA que podamos “hacer” para obtener la paz, el perdón y la salvación.  Lo que debía hacerse lo consumó Jesús en la cruz. Las buenas obras que hace un creyente son el resultado de que  Jesús está en su vida. Cuando hacemos obras de bien por otras razones, estamos haciendo simple filantropía.

Cristo es la única puerta que podemos tocar, Él dijo “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. (S. Juan 10:9).
En él no sólo hay salvación, también hay una vida nueva, diferente, en la que nos ofrece todo lo que realmente necesitamos. Dice que “habrá pastos”, es decir que él nos alimentará el alma, y también nos guiará para tener lo necesario física y socialmente en lo cotidiano.

Los que hemos creído en Jesucristo, no tenemos excusa. No podemos aceptar tantas mentiras que hoy nos vienen a decir, pretendiendo que la humanidad puede unirse en paz SIN CRISTO.

Somos conscientes de que no nos miran bien cuando nos presentamos como seguidores de Jesús. A nadie le gusta que le digan que su religión no es suficiente para tener paz con Dios, o que no los va a salvar. Pero hoy Jesús me está pidiendo, y te está pidiendo, que te juegues por Él. Si sos un verdadero hijo de Dios, no podés quedarte callado ante las cosas que están pasando.

No podés ignorar que hay millones que están muriendo SIN salvación, entrando a una eternidad sin Cristo, bajo el dominio del mal. Millones que viven engañados por falsas religiones. Si investigamos el origen de la palabra “religión”, viene del latín “religio, religare”, que significa “atar fuertemente con Dios”. Por las palabras dichas por el mismo Cristo y sus apóstoles, por la experiencia de millones de creyentes en Jesucristo a través de la historia, y por mi propia experiencia, puedo decir con certeza de que no hay nada ni nadie que pueda salvarnos ni darnos paz interior, nadie más que Jesucristo.

Aunque a muchos pueda no gustales, si mi testimonio sirve para acercar a una sola persona a recibir a Jesucristo como Señor y Salvador de su vida, entonces vale la pena. Y si nadie lo quiere creer, leyendo estas líneas, igual vale la pena. Al menos tendré mi consciencia tranquila, de haberte contado que “No hay otro nombre dado a los hombres en quien podamos ser salvos”.
Hoy Jesús te dice:
 Pero como ya les dije, a pesar de que ustedes me han visto, no creen. Todos los que el Padre me da vendrán a mí; y al que a mí viene, no lo rechazo”. (S. Juan 6:36,37)
No te engañes más con falsos caminos. La famosa tolerancia religiosa y el ecumenismo, no te van a salvar ni te darán paz en el corazón.

Hoy estás viendo a Jesús, no lo rechaces, porque él te está buscando, y está llamando a tu puerta. No hace falta ningún intermediario, ni siquiera que me creas a mí. Por amor a tu alma, por tu salvación, hoy me juego la cabeza y te pido en su nombre, creele a Jesús, porque todo aquel que crea en Él, tiene vida eterna, y Él quiere que vos la tengas (S. Juan 3:16).

Te invito a acercarte a Jesucristo creyéndole, a que le abras la puerta de tu corazón. Apocalipsis 3:20: “¡Mira! Yo estoy a la puerta y llamo. Si oyes mi voz y abres la puerta, yo entraré y cenaremos juntos como amigos.” ¿Te animás a cenar con Jesucristo? Que Él te bendiga hoy y siempre! R.F.


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